Viernes de recuerdos y recetas

Viernes Santo
Después de escuchar la corneta y el redoble, triste, agónico del tambor, desde la calma de mi almohada, han sido muchos los recuerdos de mi infancia que han visitado mi mente...
Cada año mi padre madrugaba para ayudar en las tareas de bajar al Cristo de la Montaña y colocarlo en el trono, en el que procesionaria por las calles del barrio.
Era una niña pero también madrugaba. Disfrutaba de aquella sensación de recogimiento enfundada en mi abrigo. Aquellas caras iluminadas con la luz de las velas  proporcionaban un calor especial al frío amanecer.
A la vuelta me gustaba dar la mano a mi héroe, a mi padre, y hacer cola en la churrería, embriagada por el aroma de los churros que llevaríamos a casa para desayunar con el resto de la familia.
Mi bisabuela decía que era un día para estar en paz, sin agobios de trabajo ni riñas familiares. 
Entrada la mañana la casa se llenaba de olores procedentes de la cocina: el reino de mi padre.
Al fuego algunos calderos. Sobre el poyo cebolla, pimiento, ajos y papas negras.
¡Hoy comemos pescado salado!-anunciaba el rey de la casa. A mi me sonaba a sentencia, no me gustaba... hasta que me faltó y empecé a valorarlo.
Hoy, Viernes Santo, después de tantísimos años, sin bisabuela, ni abuela, ni padre... me vienen a la mente y al olfato aquellos aromas tan conocidos en las islas en fechas similares. Recuerdo aquella receta que me hacían memorizar de niña.



Recuerda que necesitas: 

1Kg de pescado salado
3/4 Kg de cebollas
1/2 Kg de tomates
1/2 Kg de pimientos dulces
1 cabeza de ajos
Unos granos de pimienta negra
Una cucharada de pimiento molido
Perejil
2 hojas de laurel
Unas hebras de azafrán
Un poco de tomillo
y una hora como mínimo para que esté listo.

El pescado se pone en remojo desde el día anterior para que pierda parte de su sal. Se ha de cambiar el agua un par de veces.
Al día siguiente se guisa muy poco para que ni se deshaga ni se pase. Luego se escurre el agua.
En una sartén se fríe la cebolla y el pimiento, agregándole el laurel, el tomillo y el azafrán. Cuando esté el sofrito se añade el tomate.
En un mortero se maja la pimienta, los ajos, la sal, el pimiento molido y se le añade el vinagre.
Todo esto, bien mezclado, se vierte en la sartén, dejándolo unos minutos al fuego.
Posteriormente se le agrega el pescado dándole un hervor a fuego lento, durante unos minutos.
Se coloca en una fuente de servir, ¡y a comer!

Se puede acompañar de unas papitas negras, una pelotita de gofio amasado y un vaso de buen vino de la tierra.

¡Saborea Tenerife!






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